LA DAMA DE HIERRO

Es rosada desde los cinco años. Pasaba todos los días por la cancha de fútbol con su padre, Humberto Bozzo, cuando los dobletes y tripletes ocupaban toda la jornada del domingo, y el Estadio Nacional solo era cambiado por el Telmo Carbajo para seguir al Sport Boys. El celular de color rosa que ahora contesta es una extensión de esa infancia fanática, de un cuarto con carteles, pósteres, chalinas y hasta llaveros del equipo chalaco. Hasta en su anuario del colegio Belén está el eterno “Vamos Boys” al costado de su fotografía. Parte de la identidad del Callao, como el Combate del 2 de Mayo y una pasión a la que le ha entregado parte de su vida: ambas son explicaciones de lo que siente una mujer en un mundo de carga masculina. Definiciones de Karla Bozzo, una de las responsables de la vuelta de la “Misilera” a Primera División.

Ese hinchaje adquirido de su padre, el cual la obliga a seguir los partidos por teléfono si está de viaje o a perder horas cerca de su familia, a cambiar la fiesta de su cumpleaños por ir al estadio, la llevó a ser parte de la comisión de fútbol del Sport Boys. Y a postular a la vicepresidencia en una de las listas para las elecciones a fines de noviembre (Fernando Jiménez es el candidato a la presidencia). Bozzo, quien a pesar de tener una hermana que se llama Laura, no tiene nada que ver con la execrable conductora de televisión, quiere estirar la sensación de tranquilidad y júbilo que nació con la vuelta a la profesional. Pero el ascenso es solo un andamio para la sólida construcción que pretende con su lista: pagar la deuda de cinco millones y medio de soles del club con la Sunat, mantener la base del plantel, modernizar al Sport Boys, tratar al futbolista como socio y no como empleado. Simplemente, que la emoción sincera por la rosada sea el motor de una renovación en la administración. Y que el Boys se quede para siempre.

Cree que poca gente entiende el significado del fútbol. No son 22 sujetos corriendo tras una pelota con medias hasta las rodillas. Es arte corporal, como lo demuestra Lionel Messi al hacer de la pelota una extremidad de su cuerpo. Es compañerismo, porque las individualidades siempre se rendirán ante el efectivo juego en equipo. Y, sobre todo, es pasión, como cuando el “Pipo” Inzaghi celebra cada gol como si fuera el primero de su carrera, y el ímpetu y el grito desaforado suben hasta las tribunas y contagian aquel anhelo de seguir al equipo, así esté en Segunda División. Entonces, se entienden las lágrimas de Bozzo al ver la pancarta con “Fuerza Karla, gracias por todo” en las manos de los jugadores rosados en el último partido ante Cobresol. Porque solo pueden decirle eso a quien veló y se rajó por ellos, a quien los convenció de ser una familia para salvar al barco del naufragio. Porque, quizá, eso es el fútbol para ella: volver a ver al Sport Boys en Primera.

El 21 de noviembre sabrá si continúa con su equipo —su familia— cuando termine el día de las elecciones. Nunca pensó que se fuera a sentir tan bien dentro de los códigos masculinos de un equipo de Segunda División, los que cambiaron con su presencia. Confianza, le dijeron los jugadores. Confianza recobrada en los dirigentes. Sin más, confianza en la mujer.

Fuente: Deporte t.