"MI SUEÑO ES SER EL SAMPAOLI DEL FUTBOL PERUANO"

Por: Cristian Caamaño
Cortesia: Diario La Tercera de Chile

Hace exactamente una década, Jorge Espejo la peleaba en el fútbol como mediocampista defensivo del modesto Unión Huaral. Pese a estar identificado en ese tiempo con Sport Boys, el entonces volante de 26 años soñaba con regresar al club de Callao. No obstante, pese a la presión de los hinchas e incluso de los propios dirigentes, un hombre se negaba rotundamente a su vuelta. Jorge Sampaoli, que hacía sus primeras armas como entrenador en Perú precisamente en el cuadro rosado, no lo quería por ningún motivo en la plantilla.

“Años después nos encontramos y le pregunté por qué no me quiso. Y me reconoció que era un jugador muy lento y que él necesitaba tipos jóvenes y veloces”, cuenta Espejo, que pese a ese duro portazo, nunca perdió la admiración por el hombre con el que compartió barrio en el sector de La Punta en Callao y al que hoy tiene en un altar futbolístico: “Mi sueño es ser el Jorge Sampaoli del fútbol peruano. Y si logro superarlo, mucho mejor”.

La admiración de este ex mediocampista por el actual técnico de la selección chilena es total. De hecho, basta ver hasta como celebra los goles de su equipo, con los puños apretados, apenas separado por unos sesenta centímetros uno de otro, para observar que lo imita prácticamente en todo. Sólo le resta ser calvo para parecer una copia perfecta.

“Hablando en serio, cuando él llego acá, muchos no le creyeron su propuesta. Es cosa de ver cómo le fue con Sporting Cristal. Pero a mí me convenció enseguida. Y eso que no me dirigió nunca. Pero seguí cada uno de sus trabajos en los distintos equipos y me di cuenta que era un revolucionario, un tipo valiente, que jamás traicionará sus principios. Así como él sigue a Bielsa, yo sigo a Jorge”, confiesa Espejo, quien hoy en Sport Boys intenta despegar como entrenador bajo el molde del casildense.

A medida que su carrera como futbolista se iba apagando inexorablemente con el paso de los años, después de pasar por Melgar, Alianza Lima y Total Chalaco, entre otros clubes, Espejo intentaba sumar conocimientos para arrancar lo antes posible como técnico. Así fue como en 2010 tomó la dirección de Coopsol, de la segunda división local, donde curiosamente le abrió las puertas a un futbolista chileno.

“Un día aparecieron los dirigentes y me dijeron que venía un jugador a prueba. Yo, feliz, porque necesitaba sumar futbolistas. Cuando apareció, nos deslumbró a todos por su velocidad y técnica. Nos preguntábamos cómo nadie en Chile lo había fichado. Ahí nos dijeron que allá estaba cerrado el libro de pases y que estaba jugando en Tercera División. Lo quise dejar, pero no aceptó el contrato porque, como decimos acá en Perú, le pagaban un pan con mantequilla y una bebida tibia. Ese jugador era Junior Fernandes”, recuerda Espejo, que no puede disimular su sonrisa al saber que ese mismo delantero sería transferido en seis millones de dólares al fútbol alemán.

Años después, ambos, Espejo y Fernandes, se volverían a reencontrar. Fue el año pasado en el complejo de entrenamiento de Universidad de Chile, hasta donde el ahora entrenador llegó gracias a una invitación de Jorge Sampaoli. “Le pedí a un amigo argentino que tenía contacto con él si podía permitirme ir a ver sus entrenamientos. En principio me iba a ir a España, pero cuando me dijeron que podía ingresar a ver sus entrenamiento, no lo pensé dos veces. Había visto jugar a la ‘U’ en la Sudamericana y había quedado maravillado. Entonces, necesitaba conocer sus nuevos métodos. Por suerte aceptó y me dejó entrar al CDA. Ahí cuando me vio Junior, se acordaba de lo que le ofrecían en Coopsol”, comenta.

Claro que su estadía en Chile no estuvo exenta de problemas. El dinero era escaso en los bolsillos de Espejo. Apenas le alcanzó para el pasaje aéreo y para la alimentación. De hotelería, ni hablar. Sólo la ayuda de algunos peruanos residentes hizo que su permanencia no fuera más dura. Eso sí, para Espejo, las pellejerías que vivió no se comparan en nada con lo que aprendió con Sampaoli.

“Para mí fue como hacer un máster en Harvard. No me importó dormir algunas noches en el metro. Haber estado un mes viendo sus entrenamientos fue tremendo. Además, después me explicaba los trabajos con mucha paciencia. Ahí confirmé que es por lejos el mejor técnico de Sudamérica”, relata el técnico peruano, que todavía no sabe si podrá conversar personalmente con su ídolo en su visita a Perú: “Lo saludé para su cumpleaños. Siempre le escribo, pero le pido que no me responda para que no se desconcentre. Entonces, sé que ir al hotel lo puede incomodar, así que quizás no vaya. El es así, como Bielsa. Lo entiendo. Así le ha ido bien en el fútbol y eso que todavía no toca techo”